miércoles, 31 de agosto de 2011

Gramática de Ausencias. Morfosintaxis de Olvidos

Las páginas de este libro se han ido confundiendo, alternadas, zigzagueantes, brincan de un extremo a otro y arremolinadas me confunden, pierden la numeración, se amotinan en mi contra con el mezquino afán de mantener la secuencia de los hechos relatados. Yo dubitativa, no siendo capaz de abarcar tantos acontecimientos, tantos recuerdos burlones, tantas esperanzas y sensaciones. Me confundo, retrocedo, avanzo y me pierdo. Si tan sólo me arriesgara de una vez! pero las advertencias a los ciclos; el miedo a caer; el camino desecho hacia atrás; el temor al abandono; ésos y muchos más me agrietan el alma. Es como si cada hecho fuese disolviendo la caliza de mi corazón ardiente con cataratas de vinagre, de tragos amargos consecutivos, imparables.

Han sido años de puntos suspensivos, esos malditos que dejan espacios para el silencio, la repetitiva espera, cobijada de recuerdos que se han transformado en mi mortaja mortuoria. He olvidado qué se siente enumerar sentimientos, descubrirlos con la sorpresa, con la viveza de la inexperiencia, la curiosidad del neófito que incauto y crédulo se entrega en cada párrafo, que atesora cada metáfora en su alma, que la hace real al leerla en voz alta. El poder de la palabra, el decreto de las brujas, que con sus sortilegios y conjuros que convierten en realidad aquella fantasía no confesada.

Estoy impávida, dominada por la inercia de los años. Mi alma sedienta no se atreve a dar otro paso, el miedo a los espejismos. En mi cabeza las palabras se niegan a aproximarse, caótico ejército sublevado.

Debo no pensar. Debo obligarme a guardar votos de silencio.

Algo bueno en estos días... Capturé un atardecer, y lo bauticé con tu nombre, y esperé a que el último rayo de luz desapareciera. Cuando eso ocurrió susurré aquellas palabras que tantas veces no tuvieron sentido: "Au revoir, monsieur..."; había llegado aquel mágico momento que tanto esperaba y que había renunciado a buscar. Mirando el horizonte me despedí de él, de sus barcos, de sus galeones, de sus cruzadas. Respiré profundo. Lo había logrado al fin.

Ahora, con todos los fragmentos recuperados y enumerados, comienzo la sintaxis una vez más. Necesito esbozar, trazar líneas imaginarias de los contornos de este paisaje. Caminar sin prisa buscando los puntos y comas, los renglones ordenados en los que tal vez, sólo tal vez, capture la semántica de mis nuevas palabras, de nuevos significados. Olvidaré la etimología de recuerdos, observaré la gramática de mis sentimientos. Reescribiré los pie de páginas, quizás de este modo, resignifique estas vivencias. No es el olvido el que deberíamos ansiar con desesperación, es el significado de estos recuerdos su posición en el índice de los hechos, en el sumario de intenciones.

lunes, 22 de agosto de 2011

Morfina y Maquillaje

Yo no debería hacer caso omiso a mis desconfianzas, es un acto insensato. No debería. Tantas veces me advierte acerca del riesgo de volver a sentir, de asomarme a la ventana y creer ingenuamente que "tal vez". Estoy disimulando mientras escribo, en cada tecla un pensamiento gotea sobre mi mollera como una tortura y susurra "tonta, tonta". ¿ A tan patética condición podemos llegar que aceptamos las migajas de atención convirtiéndolas en una esperanza? ¿ cómo es que convertimos una pequeña chispa en la oscuridad en una hoguera colosal que abriga moribundas esperanzas enterradas aún vivas?.
Escalofríos recorren mi espalda, clavando sus afiladas garras en mi escasa fortaleza. Había luchado tanto para levantarme, para volver a caminar con dignidad, al menos frente a los demás, casi podía respirar una vez más sin sentir ese huracán destructivo dentro mis entrañas, arrasando todo a su paso, destruyendo los escasos fragmentos míos adosados a mi lucidez. Perdí el equilibrio sólo por el simple hecho imprudente de mirar a mi alrededor, respondiendo a una voz que pareció llamarme, que pronunció mi nombre, y mi sonrisa se dibujó sobre mis labios. Era un delirio egoísta y mezquino, que cansado de vagar en su mundo coincidió por simple casualidad en el mío. Ni siquiera era un fantasma, ni siquiera tenía forma definida, ni siquiera era un recuerdo, era una alucinación que me había inventado, endulzada con tanta soledad. Ni siquiera se imagina el daño causado, la corrosión de lágrimas oxidadas, de miradas evaporadas.
Cuando pierdes la esperanza, cuando estás llena de olvido, no debería doler tanto otra indiferencia, otra ausencia repentina. Se supone que ya sabes cómo es esto, las reglas del juego tácito, de las palabras que se dicen, pero que esconden sus significados en los silencios. 
No volveré a esperar milagros, 
                                      ni amaneceres, 
                                                ni posibilidades, 
                                                         ni certezas, 
                                                               ni incertidumbres. 


No quiero más nombres, 
                               ni llamadas, 
                                 ni mensajes, 
                                          ni ilusiones. 


(Transparencia? quién susurró la palabra transparencia?).

Mi error fue creer que ...eras agua fresca, tantas aguas estancadas han inundado mis esperanzas. Little girl blue... mi canción vuelve a sonar en mis oídos, se ha albergado en mi alma, y de este modo me acaricia cuando siento esta tristeza que me desgarra. Un abrazo, a veces uno se conforma con un roce que convierte con desesperación en un abrazo. Qué estaba pensando? ("tonta, tonta").
Ella había comenzado a maquillarse, eligió sus ropas con delicadeza, intentando no ocultarse de los rayos del sol, brillar aunque sea sin luz propia. Era una obligación levantarse, imperativa!. Una ducha fría contracturó sus carnes, y lavó sus lágrimas que amenazaban con lanzarse en caída libre.Ordenó sus cabellos y calzó sus tacones de charol, no se quedaría llorando por lo que ya sabíamos que sería así (son profecías que se cumplen antes de ese adiós que nunca llega). La que solía ser -indignada pero contenida- evitaba encender un cigarrillo. Había sido mudo testigo de este suicidio en pequeñas dosis de Ella, y se mantenía en su rol de observador. No sería cómplice de este mezcla de lágrimas cristalizadas y autocompasión.
Esta vez pude ser valiente.
Esta vez no lloré.
Esta vez, caminaré en silencio hacia la salida.
No más espejismos,
No más delirios.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Epitafio para tu Ausencia

Han sido años, aquellos días en los que esperaba por ti con el rostro empapado en ansias. Se han ido sumado hasta formar años de lenta espera, de tristezas contenidas, de crueldades en forma de preguntas con respuestas enmudecidas, de posibilidades que nunca llegaron a ser dado que fueron abortadas por la realidad colosal.
De una casualidad surgió uno entre miles. El estaba ahí, y debo reconocer que he perdido las fuerzas para continuar resistiéndome al olvido. Definitivamente es así, no olvidamos. El olvido es la distorsionada idea de que podemos volver a empezar, sentirnos renovados una vez más. Anhelamos el olvido porque es la promesa que jamás se cumple, el plazo que jamás concluye, el día ansiado y nunca vivido. Ese ha sido El. Un ser endemoniado a quién conocí sin haberle visto, a quién amé con una intensidad que robó todas mis fuerzas, robó mis ansias, vació todo para rellenarlo con su presencia única invasora.
Yo vi sus ojos antes que perdieran ese brillo, antes que en su caída arrastrara su mundo (y el mío). Fue casi mío, fui su obsesión, cuando mi nombre estaba en sus labios  impregnado en su alma, como un sello, una marca indeleble. Hoy estoy tan lejos de El. A veces con mis recuerdos trato de alcanzarlo, rozar sus cabellos, acariciar sus manos, y besarle con la mirada lejana, susurrando en sus oídos mi nombre. En algún momento creo reconocer el destello en sus ojos, aquel con el que antes me imaginó. ¿Por qué vuelvo una y otra vez a tu tumba? Por qué aún tu ausencia me condena a tu recuerdo lacerante?. Acaso tengo que resignarme a esta existencia condenada a tu ausencia? ¿y si te dejo encadenado al recuerdo y soy yo quién se olvida de Ella, de aquella que sigue aferrada a los imposibles, que continúa persiguiendo espejismos en el árido desierto de tu geografía?.

viernes, 5 de agosto de 2011

Fragmentos de ayer...

La existencia de una manta acogedora se transforma en una mortaja mortuoria. Cada una de mis sonrisas se deslavaron de felicidad y opacadas eclipsaron mis noches eternas. Dejé de fumar, la Muerte y el Insomnio, -cómplices adictos- se habían fumado uno a uno todos mis cigarrillos. Los sorprendí in fraganti, con sus rostros hilarantes y desvergonzados buscando las botellas de Ron - que escondidas - evitaban el colpaso bohemio y taciturno, aquellos momentos impulsivos. Este robo había evidenciado mi soledad. Fumar al menos me permitía compartir las bocanas con mis monólogos. De esta manera, la guitarra había ganado interés frente a la ausencia de nicotina. Sus cuerdas generaban una vibración envolvente, provocando ráfagas de recuerdos, imágenes casi olvidadas, aromas de recuerdos. 

Fue una locura. Esa noche en mis delirios compulsivos terminé limpiando mi refugio mundano, mi escondite. De este modo, y con total frenesí, comencé fregando las murallas, los muebles, los rincones, las puertas, las ventanas. Como esparciendo amnesia, como dominada por un brote esquizofrénico deliraba por borrar el pasado, depurar la memoria, invocar el olvido. ¿Cómo logras finalmente olvidar?, si te has afanado una y otra vez repasado cada escena mental? cuando al olfatear tus manos aún están impregnadas de ayer? cuando todavía quedan tesoros esparcidos en la playa de mi naufragio, cuando aún el brillo de tus ojos destella en la oscuridad absoluta de mis cavernas.

Después de la rendición total inicié la torpe sentencia de imponer el Olvido. Todo se volvió sedición.