domingo, 29 de marzo de 2015

La caída infinita

El ejercicio cotidiano de vaciar el alma en pequeños fragmentos. Respirar la vida y exhalar poesía. Eso intentaba. Exorcizar el alma atormentada de tanta soledad. Esa noche aquello buscaba y me encontré con uno más solitario que yo.
Quizás eso produzca aquel choque de constelaciones, que mi pequeña galaxia simplemente desapareciera.
Luego de tantas lágrimas, de tanta espera, uno comprende -no sin titubeos y retrocesos- que debe alzar el vuelo. Que la caída libre es una opción, pero que en algún instante uno también deja de caer, porque la caída en sí misma se hace infinita.

Me inventé una compañía ficticia. Esa es la verdad. Me engañé creyendo que esperaba el regreso de alguien que nunca llegó, que nunca tampoco estuvo. ME inventé todo para poder sobrevivir a mí misma, para salvarme de una vida que iba directo a la catástrofe.

y ahora que la Verdad deambula descarada, me observa por la misma ventana en que cada noche esperaba al Templario.

1 comentario:

  1. Hace muchas miradas al cielo que pasó. Aún miras tus pasos con el miedo de levantar miradas?

    ResponderEliminar