viernes, 24 de junio de 2011

El Camino de Regreso a tu Puerta

Debo confesar que fui cobarde. Las gotas de lluvia no sólo empaparon mi cuerpo, inundaron mi alma quebradiza, ahogándola en lágrimas que cristalizadas se disolvían en un vértigo onírico y febril. Recorrí tantos lugares! tantas calles que no recuerdo! rostros, nombres susurrados y momentos fugaces! fragmentos de recuerdos para intentar olvidar. Intenté alejarme, huir, salí al mundo para no continuar esperando lo que no ocurriría, me inventé esta tortura, esta estupidez y ahora? ahora ? acaso hay un ahora? dónde estoy?, sino frente a tu puerta sin atreverme a tocarla.
Me tuviste en tus manos, una palabra tuya y yo hubiese dejado todo, todo, estupidamente todo, intensamente todo, humanamente todo, inconmensurablemente todo, todo. Hasta quedar vacía, cansada, derrotada, extenuada sobre ti. Habiendo bebido de ti, habiendo despertado sin dejar de observar tu geografía.
Me enamoré de palabras, sólo de palabras. Tú no existías, fui yo quién te hizo real, con cada estrofa, con cada metáfora, fuí yo quién te guiaba, fui yo quién le dio formas y contenidos a tu imagen, a tu silueta. Te bauticé con un nombre, te ungí de amores, te embriagué de mis entrañas. Te hice real por esa noche, por esas noches.
Durante largo tiempo, obsesionada, retrocedía a tu recuerdo, lo convertía con mis sortilegios en una reminiscencia, una palabra tuya y la magia, la ilusión -la burda ilusión- me convencían como ninfas a dejarme envolver por la adicción de la irrealidad, el opio de un amor, la toxicidad de conjugar erróneamente los tiempos. Conformarme con ser un arlequín. Ahí comencé a morir y mis fantasías se marchitaron. Llegaba el invierno.
Durante aquellos soleados días, tu recuerdo me acompañaba. Esta noche fría de invierno me permite encontrar la certeza, lo sé. Lo siento aquí, al respirar, al escuchar mis pensamientos. Ahora ni tu recuerdo me acompaña, porque nunca estuviste, porque todo esto, todos estos párrafos, todos estos renglones, cada frase, cada palabra te transformaron, te dieron el soplo de vida. Te inventé Hermoso, Grande, Caballero Cruzado, Mío.
No se trata de que no me quieras, como hubiese anhelado.
No se trata de que no estás, a mi lado
No se trata de que no quieres venir, a mí
No existes. Yo ?...yo sí, existo y corro el riesgo.