domingo, 4 de noviembre de 2012

La Locura, el refugio de las certezas

Mi mente comienza a morir de cansancio, no fue el tiempo genocida, no fue el invierno de la indiferencia, no fue tu silencio ensordecedor. Yo hubiese permanecido inmutable aguardando lo que no sucedería. No pude resistir, cobarde comencé a ceder, intenté conformarme con el recuerdo, con la fantasía; pero impotente tuve que observar impávida cómo la Locura se enseñoreaba de mis tristezas, de todo lo que me rodeaba.

Tanto esperé por ti ! pero no me quejo, esa espera permitió que disfrutara de tu recuerdo templario. Cobijó mi Melancolía, nutrió mis versos, tu ausencia me acompañaba mientras regresaba cada noche a casa. Fuiste la razón que convertí en mi fantasía, al menos pude construirla de una breve realidad. No amo a alguien que no existe, amo una fantasía que construí a partir de la sombra de un Templario que alguna vez existió, más real de lo que pude dimensionar. Por eso cada vez que la Razón baja la guardia, me deslizo como esta noche por entre medio de los recodos de la frágil memoria, aquella memoria que optó por renunciar a seguir buscando para venerar lo que ocurrió en los efímeros instantes de una noche.

Fue una forma de inmolar mi pasado, usando tu recuerdo como combustible. Fue una forma de suicidar mis esperanzas, atándolas a las anclas de la resignación.