sábado, 10 de octubre de 2009

Al final, la única compañía posible. Debo aprender, debo obligarme a aprender. No hay un "otro", no hay más que soledad, la existencia obligada con uno, encerrada ahí dentro, deseando salir, deseando tomar el control. Renuncio a cualquier intento de resignificación, renuncio al asombro, a la curiosidad. Retorno a mis adentros, a mi mundo lúgubre, tenebroso...jamás debí abandonar esta humedad, este pequeño espacio. Subo las escaleras, regreso a mi espacio, mi útero, a mi aislamiento. Comencé a cortar las líneas, a quemar los puentes. Necesito soledad, necesito olvidar, necesito por primera vez en mucho tiempo, ordenar estos fragmentos difusos, buscar si queda algo de mí, algo que pueda darme una pista del camino extraviado. Me alejo del camino elegido, y me pierdo en la oscuridad absoluta, dejándome seducir por las tinieblas brillantes. Mi amada oscuridad, mi soledad, mi silencio. Quiero olvidar, borrar todos los últimos recuerdos, aquellos espejismos, alucinaciones de compañía. Quiero olvidar, sumergirme bajo las aguas de la fragilidad amnésica.

Dos libros me seducen, invitándome a invadirlos, despedanzando sus renglones, mimetizándome en su ortografía, delirando su sintaxis. Opto por uno, me desprecia el otro, beso su lomo, y me dejo ir... todo a mi alrededor comienza a desaparecer, mientras emerge un mundo nuevo, una fantasía a la que soy invitada...

Siglo XII... armaduras brillantes, batallas sangrientas, honor y espadas, honor? ...honor? palabra empeñada... tan olvidada en estos días recientes!...inexistente, ha sucumbido a la artificialidad, a lo desechable.

2 comentarios:

  1. Te dejo unos libros que seguro aliviaran tu angustia, mi niña.

    Las Intermitencias de la Muerte
    (Saramago)

    Yo, El Tarot
    (Jodorowsky)

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  2. interesnate, muy interesante, preguntas muchas tengo,
    saludos
    yerko

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