lunes, 16 de julio de 2012

La Batalla...

Cansada de rumiar recuerdos, acerbo lacerante que macera esperas resignadas a la muerte. Una ventana que acarrea brisas invernales que entibian mis ya frías ansias de quererte. Si supieras, si tan sólo alguno de estos deseos te alcanzara, te rozara con suavidad como mis dedos tímidos sobre tu carne sudada. Pero las ansias no son más que deseos, etéreos destrozados por las fauces de la realidad cáustica. 

Quiero que seas voz y carne otra vez, quiero que vengas, me mires y venzas. Quiero que tus tropas se preparen para la batalla mientras tus ojos planean la estrategia para el asedio. Sobornaré a mis vigías, dejaré las puertas abiertas y los puentes extendidos, todo preparado para tu llegada. Quiero verte cabalgar desde lejos, y correr a tu encuentro, ataviada sólo por mis ansias nostálgicas. Quiero verte gigante, con tu armadura resplandeciente, el yelmo y mandoble brillantes. Pauperes Conmilitones Christi...




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