martes, 19 de enero de 2010

Efectos contraproducentes

Comencé a desdibujarme. Estoy muriendo, como todos, sólo que esta noche lo siento de una forma que destruye mis entrañas. Esta noche tengo la certeza, la firme convicción de mi alocada existencia, que me desintegro, que me pierdo, que enloquezco, que pierdo el control. No siento, he perdido la capacidad de razonar, de jerarquizar, de analizar, sòlo puedo recordar los detalles, los momentos, los colores, las texturas, los silencios. Repetitivamente, una y otra vez, en cámara lenta, en pausa, repitiendo otra vez, cuadro a cuadro.
Al llegar, al verlo, mis rodillas flaquearon. No pude abrazarle con todas mis fuerzas, estaba inmovilizada. La falta de certeza, sus palabras previas me parecían advertencias que me mantuvieron a una distancia razonable… Yo quería atraparle entre mis manos, en pausa, sin justificarme. Colgarme de su cuello, respirar su piel, saborear su sudor. Pero estaba petrificada, tenía tanto miedo.
Caminamos por una larga avenida arboleada en una fresca noche de verano que acariciaba nuestra piel trémula. Me obligaba a no hablar, para no romper el silencio, no romper aquel momento que comenzaba. Sus pasos eran presurosos, yo no alcanzaba a seguir su ritmo y levemente retrasada podía observar su silueta, su amplia espalda. Lucía hermoso, gigante y yo tan pequeña, tan frágil y aterrada.
Entré a su morada. Lo imaginé sin mí dentro de ese lugar, realizando su rutina diaria, fumando un cigarrillo en el balcón, recostado en su lecho, dormitando en el sillón negro, acariciado por los cojines multicolores, comiendo ensalada portuguesa, bebiendo una Heineken. Ahí estaba su espacio, y yo me sentía fuera de lugar. Ahora han pasado los días, y yo no me he ido... Sigo ahí, atrapada… Continúo recorriendo el lugar omnipresentemente, observándolo, espiándolo. Y èl sin saber que soy, que sigo ahí, que me convertí en un fantasma encadenado. Que susurra en sus oídos palabras que no quiere oír, que besa sus labios, que acaricia sus azabaches cabellos. Sigo ahí, de pie, temblando, deseando huir sin moverme. Bastó un roce de sus manos y mi piel reaccionó químicamente, desde la mollera al calcañar. No podía mirar sus ojos, temblaba, todo en mí era un terremoto. Había deseado noche tras noche volver a verle, fantaseado ese encuentro, agregando detalles diversos, frases, acciones, sin embargo, me controló una ansiedad inesperada, no fui capaz de nada, fue él quién me tomó en sus brazos, y yo en ese preciso instante, olvidé todo. En este momento, poso mis dedos sobre mis labios y aun saboreo sus besos, aun pierdo la conciencia y comienzo a delirar por sus caricias. Lo miraba en la oscuridad de la noche que nos cobijaba, no pude alejarme de su pecho, escuchaba su corazón para saber si alguno de esos latidos pronunciaba mi nombre. Esa noche vacié mi alma, mi honestidad, mi energía. Esa noche le entregué todo lo que tenía. Con los primeros rayos del sol, cual sortilegio nocturno, se acabó el momento. Titubeaba mientras volvía a vestir mi cuerpo. Deseada huir porque no sabía cómo despedirme, no quería hacerlo, y lo sabía inevitable. Me aterraba la idea de qué él deseara que me fuera...
Aun espero. Aun no encuentro todos los fragmentos de mì.

5 comentarios:

  1. Ufff escalofrios por la columna.... hermosas las cosas q decis....

    Te deseo un feliz 2010.. estoy de regreso y con mucha fuerza!

    Besos!

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  2. Hermosas? no, amigo mío, hermosas no... ni te imaginas cómo sangraba el alma al ser escritas....eran amorfas, lacerantes, ácidas, dañinas, macabras....emergiendo desde las vísceras...

    y él? nunca supo...nunca las leyó, siempre le dio lo mismo...fue su indiferencia la que terminó por destruirme...

    Un abrazo, gracias por estar
    gracias por leer... porque de esta manera siento que sobrevivo...

    un beso

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  3. Aun no encuentro todos los fragmentos de mi...

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  4. Continuo sin encontrar los fragmentos perdidos de mi, quedaron enredados en sus sábanas, sumergidos en su almohada.

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  5. oooh tanto tiempo....
    Comienzo a sanar...
    Comencé a olvidar no por voluntad, sólo por la paciencia de la espera inútil...

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