viernes, 15 de junio de 2012

Aquella Improbabilidad

Quiero imaginar tu rostro mientras musitabas aquellas palabras, no quiero pensar en las palabras mismas, ni en su morfosintaxis, ni en su melodía, sólo quiero cerrar mis ojos e imaginar tu rostro susurrando su sonido. Te fuiste convirtiendo en mi fantasía, ahí, siempre conmigo, atesorada en mi memoria, rodeado de aquellas noches que te bauticé de deseos, que me coronaste de glorias. Quise imaginar tu rostro, y al cerrar mis ojos, acariciarte con mis pestañas, quemaría tus naves cargadas de botines de guerra, de todas mis incertidumbres, todas mis ansias de buscarte.

Recuerdas como te miraba idolatrando tus movimientos? no lo sospechabas. No querías creerme. No querías apostar y perder, lo sé. Preferiste dejarme en esta torre rodeada de fantasmas, rodeada de estos recuerdos sin ti. Tú siempre me tuviste, porque me mantuve en esta espera. Fue esta espera la que me permitió tejer estas mortajas, fue esta espera la que me permitió procurar mantener las luces encendidas por si tal vez, en algún momento, quisieras regresar por ese camino que alguna vez te llevó lejos.

No me importa que no regreses. No me importa que esta vez sea otra de tantas en que pensé que "hoy quizás", no me importa que otra noche invoque mi sueño esquivo imaginándote, no importa que me haya acostumbrado a tu ausencia acompañándome sólo de lo que fueras, de pequeños fragmentos robados. Es lo que tengo, es la pobreza que hoy me rodea. Si hoy me ofreces nada, palabras que ni siquiera tienen sonido, pero que atesoro. Me dio fuerzas, me alimentó en horas hambrientas. No lo sabes, pero fue tu recuerdo en que cada noche se sentaba al borde de mi cama y me arropaba. El recuerdo que yo construía, no me digas que no eras tú, no me quites esa fantasía. No me importa que no regreses, porque nunca te dejé ir, tu recuerdo encadenado lo dejé a mi testaruda memoria.


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