sábado, 23 de junio de 2012

Mi Cadalso

Este lugar ha cambiado tanto, se ha transformado incesantes veces, manteniendo su calor de refugio durante las tormentas. El aroma es único, madera. Madera en las paredes y pisos, maderas en forma de estantes ordenados y generosos, madera en la escalera serpiente y maderas en las hojas de mis amados libros. Todo aquí tiene aroma a otoños, aquí nunca es primavera. Cada vez que las lágrimas amenazantes, las nostalgias estivales o las melancolías invernales aparecen y colocan en riesgo el sosiego de mi mirada, entonces acudo sin demora, subo escaleras para sumergirme en este abismo sin tiempo, en este espacio incoherente, construido desafiando las reglas de la  física, del tiempo, de las normas, de mis miedos.
Este lugar donde ya no quedan ventanas, ni espacios definidos, ni límites precisos. Se ha edificado con todos los escombros de una mente errática, de ideas que se nutren solas y que a veces moribundas paren bastardas nutridas de esperanzas. Oh si supieras! si tan sólo supieras como he desnudado mis vergüenzas, cómo he flagelado mis orgullos.
En este lugar todo rebrota cómo si fuese la tierra fértil deseosa de semillas para germinarlas, pero a veces se transforman en sólo rocas, testimonios mudos de silencios ensordecedores. He perdido tanto, extraviado en este lugar. La misma ventana cada noche.
La fe debe ser el lugar donde mueren todas las certezas, donde muere la curiosidad reemplazada por antojadizas respuestas.
Yo ya lo sospechaba, cada noche duele menos, una forma de morfina que no sólo alivia el dolor sentido, sino que además permite anidar delirios, divagar tras su fantasía, imaginarlo. Ahora sólo me resta imaginarlo, comienzo a olvidar el sonido de su voz, el braille de su cuerpo prosas inconexas, perdiendo su gramática, ahora sólo me queda el pianissimo de su voz entrecortada.
Mis recuerdos están cansados de recordarte. Mis recuerdos comienzan a deteriorarse por el tiempo tirano, genocida de esperanzas moribundas.
No sé a quién espero. Un templario que a veces me recuerda y todo resucita, pero me recuerda de tan lejos que esta distancia ha ido destruyendo mi cordura. No puedes esperar a quién no quiere llegar -grita la Misma desesperada. La que solía ser desde la muerte de Ella espía en secreto el camafeo con la fotografía robada de Él, el Templario.

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