sábado, 12 de junio de 2010

Penumbras

Llevo varios minutos disfrutando del silencio sumergida en la penumbra. La conciencia ha regresado cargada de pesadumbre. El regreso a la realidad fue gradualmente doloroso. Mi cabeza estaba aun sometida a la presiòn de varias noches de juerga y desequilibrio. No lo discutirè, evidentemente habìa optado por la autodestrucciòn. El jolgorio provocado por la cadena de brindis y risas, la menta fresca y las toneladas de azùcar rebozando el ron blanco. La tos me recuerda los miles de cigarrillos encendidos, uno tràs otro, como una serie de rosarios en forma de mea culpa. La mùsica y sus compaces embrutecedores, los cuerpos sudados, el olor a humanidad enclaustrada. Era una noche para olvidar los dìas antes, pero al mismo tiempo, era una noche para ser olvidada. Ya eran muchas copas, y seguìa viendo su fantasma, què obsesiòn màs absurda!, alguien que ni siquiera me recuerda se ha vuelto mi obsesiòn, mi fantasma, mi via cruxis. No me arrepiento de ninguno de mis actos, crucè los lìmites, me arrojè en una caìda libre, dejè de mirar hacia atràs, dejè de esperar lo que no sucederìa.

A la mañana siguiente mi cuerpo yace en evidente estado de descomposiciòn. Dejè de luchar, dejè de mantenerme lùcida, dejè de intentar sobrevivir. Esta vez me abandonè, me dejè caer.

Apenas respiro.
Apenas entreabro los pàrpados cansados,

Apenas ...

Abrazo mi almohada, me niego a volver a la realidad.

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