miércoles, 19 de agosto de 2009

EN MANTENCION

Ruego disculpar las molestias ocasionadas, pero mando a la cresta por un momento la desidia que me ha acompañado en estos meses. Me dedicarè a realizar un inventario, mientras esto dure no atenderè propuestas, ni presupuestos ni proyectos nuevos. Realizarè una evaluación para enfrentar los daños y perjuicios, los costos, las secuelas, las inevitables consecuencias, los temidos resquebrajos, los imprecisos efectos secundarios.

1. Primer punto. Un rostro maquillado, con largas pestañas que rodean unos ojos grandes y desconfiados. La primera repercusiòn evidente...el paso de los años. Llevo aùn una cicatriz que lleva conmigo tres dècadas, a veces se confunde con otra mancha de nacimiento, pero esta es el resultado de una triste y oscura historia, de èsas que figuran en la prensa sensacionalista. Un niño golpeado, otro màs, de tantos abusados, de millones que en silencio sufren la indefensiòn, el dolor y la impotencia de un cuerpo maltratado y un alma hecha pedazos. Usaba largos cabellos, hace unos años los recortè hasta los hombros, como una forma de deshacerme del eterno velo sobre la cabeza. Mis manos siempre frìas, siempre inquietas, siempre vacìas. Me queda la piel blanca que huye del sol, me quedan los rizos desordenados, la columna erguida. Me queda el porte, el caminar despreocupado.

2. Segundo punto. Queda la tristeza profunda, aquella que ya instalada se hecho parte de la rutina diaria. Respirar melancolía permanente, el sentir que todo esto vale níspero, que estoy marcando el paso sin ritmo. Queda la permanente angustia, la molestia estomacal, la arcada, el temor a la rutina maldita, a la estupidez, al chiste sin sentido, a la frivolidad del contacto casual, las mediocridades de siempre...Prefiero esta tristeza, al miedo de llenarlo con lo que sea, este vacío que se hace incomensurable, prefiero perderme en estos abismos que colapsarlo con una imagen prestada, arrendada, cedida, compasiva. Prefiero la mierda, el descontrol, la trasnoche, la miseria, los sueños rotos.

3. Tercer punto. Rescato la dualidad, esas dicotomías simultáneas de pensar/hacer. El no sentir culpas miserables, de esas con correlatos mojigatos y remordimientos nocturnos. Qué conciencia? qué culpa? qué es eso?. En este tiempo he ido perdiendo las molestias de sentir miedo a decidir, a vivir el momento, tal cual se present, si puedo precipitarlo, si puedo empujarlo, acelerarlo, aún mejor. Si puedo disfrutar su sabor amargo, ácido y dulce, lo haré, sin dudas, sin momentos dubitativos, limpiando con cuidado sus restos sobre mis labios.

4. Cuarto punto. Sin miedo a la muerte, al término. He perdido peso de culpas y de ideas anacrónicas. He tomado el control de este navío sin rumbo, avanzo, me detengo, retrocedo y cambio de estrellas, a quién le importa? me esperan en algún sitio?, me muevo por ensayo y error, me muevo por descubrimiento y por inercia. A quién le importa? Nadie te observa, NAdie te sanciona, no hay cielo, no hay infierno, no hay Juicio Final, no hay túnel. La vida ha comenzado a tener sentido cuando comencé a abrir los ojos sin miedo, cuando me acostumbré a esta oscuridad tan brillante. Me deshice de las herencias ideológicas y moralistas. Me deshice de viejos paradigmas, de añejas explicaciones. Ahora solo mascullo las hipótesis razonables, la reflexión racional, para irracionalidades para pérdidas de certezas absolutas tengo mi espacio de locura diaria e íntima.

5. Quinto punto. El momento, la fascinación por sentir, por activar los sentidos. Por disfrutar a través de mis sentidos la belleza, la suavidad, las texturas, el óleo, las espátulas, las combinaciones cromáticas, el aroma a ciruelas secas, las frutillas maduras... su torso desnudo, su piel sudada. Las hojas amarillentas de la Divina Comedia, la tapa de cuero de Yelma de Fedrico García Lorca...disfrutar de la donna e mobile gritándola con convencimiento de causa.

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