lunes, 16 de marzo de 2009

Trataré de comenzar una vez más. Estas líneas ocultan la desgracia afortunada de una existencia aleatoria con forma femenina y un alma ermitaña. Renuncié a la idea de orientar mi camino, sólo lo transito sin premura, sin afán, intentando no caer en la vana tentación de que existe un destino, un lugar de llegada... sólo avanzo, por inercia o por costumbre, doy cada siguiente paso con la alternancia de la obligación, la culpa, la curiosidad...

Han pasado siglos, transcurren los segundos como suicidas cayendo estrepitósamente sobre mi vida, y ésta no la siento, carcomida, apolillada, envejecida de abandonos y promesas. Mis sueños yacen despedazados, sólo cual espectros amorfos flotan los miedos, como siempre, mis miedos...mis miedos...

...me aterra la vejez, demasiado desvalida, inválida, podrida, miserable, solitaria. Circundada de vivencias pasadas que repetimos y retrocedemos como una vieja película de 8 mm....como cine mudo... acallando las culpas y los arrepentimientos de no haber sido valiente, de no haber estallado, de no haber abandonado, de no haber callado....

...me aterra el silencio, ese sonido lacerante que amplifica mis culpas amordazadas, el silencio que corrompe el tiempo y las voluntades... que favorece la complicidad y delata la verguenza.

...me aterran los recuerdos de lo no cumplido, de las promesas rotas, de la palabra empeñada llevada por el viento...

... me aterra la soledad... aquella que redargüye cuando estás rodeada de muchos...

... me aterran mis pesadillas, aquellos febriles retazos de mis catacumbas mentales...

... me aterra la desidia, la incapacidad para romper la rutina, la modorra del razonamiento de la iniciativa...

...me aterras tú.

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