El
Marqués de Sadé. Su sólo nombre hace
temblar a los mojigatos y puritanos, pero lamentablemente, sus reflexiones
filosóficas y crítica social es desconocida por muchos. Su trabajo literario
(tanto la prosa como el intercambio epistolar) refleja una reflexión singular
para una época atiborrada de desilusiones y promesas rotas; una Revolución
Francesa que reemplazó un sistema cruel e indiferente, por otro doblemente
cruel, y además caracterizado por la paranoia. Fueron sus escritos los que ya
auguraban la ineficacia de una Revolución Social que no fuese acompañada de una
Revolución Moral. Probablemente la
oscuridad disfrazada de luces reflejaba un período histórico decadente, una nueva
cacería de brujas, sólo que esta vez las brujas no eran quemadas en la hoguera
para purificación de sus almas, sino decapitadas en nombre de la manoseada
Libertad. Una revolución que enarbolaba la bandera de la Igualdad y
Fraternidad, pero que en la práctica no modificaría las desigualdades sociales,
sólo cambiaría los rostros en la cúpula del poder, depondría a una monarquía
decadente robusteciendo a una burguesía ambiciosa y moralista. Pareciera que no
hablamos del s. XVIII sino de hoy.
Considerando que el Sr. de Sade que ha sido alojado en
Charenten, está poseído por la más peligrosa de todas las locuras; que sus
escritos no son menos insensatos que sus palabras y su conducta personal; que
dichos peligros son sobre todo inminentes en medio de seres cuya imaginación ya
es de por sí débil o extraviada (Sentencia del Ministerio del Interior Francés, Octubre de 1810)
Sadé
ha sido víctima del descrédito, y me he propuesto la cruzada de reivindicarlo. Pretendo
realizar una breve recopilación de sus ideas en frases escogidas que describen
con humildad su vasto trabajo. Debemos recordar que gran parte de su obra inédita
fue quemada por sus familiares avergonzados del vínculo consanguíneo. Lo primero
que quiero hacer es llamarlo por su nombre: Donatien Alphonse François, nacido con título nobiliario y luego con el
estigma social que odiosamente ha permanecido hasta nuestros días. Propongo a
los lectores que arrojemos las caricaturas que se le han impuesto, los
comentarios maliciosos de beatas con los pechos endurecidos provocados por la
repetición compulsiva de sus letanías mea
culpa, mea culpa. Sadé fue reducido a la figura de un sádico sexual y los
rumores de sus conductas aberrantes fueron más tomados en cuenta -por el morbo
de la sociedad- que sus aportes teóricos. Fue un impecable intelectual, de una
mente racional, perspicaz y suspicaz, "Uno de vuestros filósofos modernos se decía
el amante de la naturaleza: y bien, yo, amigo mío, yo me declaro verdugo". El descaro de
sus pensamientos, la empatía con los sometidos, los invisibles, los marginados,
provee de una perspectiva novedosa acerca del movimiento del cuerpo, de la
sacralización de todo aquello que fue aborrecido por una estética del buen
gusto aristocrática y pedante. “Sólo me dirijo a aquellos capaces de entenderme, ellos me leerán sin
peligro”.
Su voz surge como una alternativa, una postura disidente que invita a una
lectura donde el prejuicio y la moralidad mojigata actuarían como una barrera
para acceder a la belleza de una prosa honesta, acelerada, con matices
claroscuros y una arrogancia propia de los genios. El reposicionamiento que
hace de los marginales en el sentido moral probablemente sólo lo volvemos a ver
con los trabajos de otro francés, pero con dos siglos de diferencia, en los
trabajos de Michel de Foucault; sólo entonces tendremos la oportunidad de
volver a mirar la locura desde otro ángulo visual, quién rescata el discurso de
los marginados, de diversos marginados, relacionándolo con el poder. "La dureza de los
ricos legitima el mal comportamiento de los pobres".
La Obra de este
inquieto descarado podemos dividirla en dos grupos o momentos creativos, el
primero de éstos considera las historias de Julieta y Justine, la Filosofía del
Tocador y una serie de cuentos breves; estas obras dan cuenta de lo que se ha
llamado Sadismo Puro, donde los personajes son caracterizados como seres
depravados, poseedores de una conducta sórdida y desfachatada y al mismo tiempo
una anomia evidente; el placer se obtiene a partir del goce de los sentidos -de
todos ellos- a través de experiencias de martirio voluntario y tortura, se
establece una relación consensuada de víctima-victimario y es por medio de
estas experiencias donde surgen digresiones filosóficas y existenciales que dan
cuenta del propio conocimiento autoobservado y de las connotaciones de éste. Queda
declarada nula la observación de la Iglesia y desde esta posición de
observación, es el libertinaje lo que permite acceder al conocimiento a través
de los sentidos. Una vez trazado tu esquema,
trabaja ardientemente por ampliarlo, pero sin encerrarte en los límites que al
principio parecía imponerte: te volverías enteco y frío con ese método; son
impulsos lo que de ti queremos, no reglas; ve más allá de tus planes, varíalos,
auméntalos: sólo trabajando vienen las ideas. (Los Crímenes del Amor, pág
15)
La
segunda compilación de obras de Sadé (obras como Oxitern o las desdichas del
libertinaje; La Marquesa de Gange; La Historia Secreta de Isabel de Baviera;
entre otras) aquí dejamos de apreciar el otrora singular sadismo, para dar paso
a la emergencia de arrebatos coléricos, un ataque a las conciencias puritanas e
hipócritas. Tal vez esta etapa coincida con su biografía, en su juventud se
caracterizó por un carácter afable, de hermosa estampa y con amplios triunfos
amorosos con mujeres hermosas de la alta
sociedad y amoríos no tan conocidos que daban cuenta de sus inclinaciones
bisexuales. Posteriormente, y después de varios años en prisión, su apariencia
física fue deformada por una obesidad que cambió su estado de ánimo,
condenándolo no sólo a la cárcel del cuerpo, sino a delirios de superioridad y
temperamento taciturno. "Las leyes, que son buenas para la sociedad, son muy nocivas para
el individuo que forma parte de ella; puesto que, para una vez que lo protegen
o lo salvaguardan, le molestan y encadenan durante tres cuartas partes de su
vida". No
se debe olvidar que Sadé tuvo una historia de vida caracterizada por un
constante desacato, vivió las censuras de una familia castigadora y luego un
matrimonio cuya familia política se encargó de minimizar su figuración pública
enclaustrándolo en manicomios y cárceles. Los registros biográficos
probablemente den cuenta de desajustes conductuales desde la primera infancia
que los perfilaban como candidato a un trastorno antisocial y rasgos
psicopáticos infantojuveniles. "Si, reconozco que soy libertino: he concebido todo lo concebible
en ese género, pero qué duda cabe de que no he hecho todo cuanto he imaginado
ni nunca lo haré. Soy un libertino, pero no un criminal o un asesino". (Cartas a Madame de
Sadé, 1781)
Descubrir
su trabajo me arrojó al borde de los acantilados teóricos, la seducción de
pensar acerca de mis propias limitaciones, aquellas viejas máscaras y controles
mentales heredados de una tradición judiocristiana castradora y disfuncional.
Los invito a dar una relectura a un filósofo encantador y persuasivo, promiscuo
y fascinante, a un irreverente del placer poseedor de descaro sarcástico y
provocador. Un vividor que usó la sensitividad para conocer el mundo y
describirlo. Esta travesía sin duda nos hará remecer nuestros apolillados
conocimientos del mundo y de la sensualidad. "Vamos a darnos indiscriminadamente a todo lo que sugieren nuestras
pasiones, y siempre seremos felices...La conciencia no es la voz de la
naturaleza, sino sólo la voz de los prejuicios".
Uno
de mis fragmentos favoritos, que incluso puedo imaginar a un hermoso hombre de
largo cabellos dorados musitando en mi oído: "Las pinturas más audaces, las descripciones
más osadas, las situaciones más extraordinarias, las máximas más espantosas,
las pinceladas más enérgicas tienen el sólo objeto de obtener una de las más
sublimes lecciones de moral que el hombre haya recibido nunca." Su postura
anticlerical y atea le valió miles de enemigos, su valentía y racionalidad le
hizo proclamar que el único pecado que no le perdonaba a la humanidad era haber
inventado a Dios, en correspondencia con un coterráneo Voltaire. "¿Qué otra cosa
veré en el dios de ese culto infame si no es a un ser inconsecuente y bárbaro,
que hoy crea el mundo y mañana se arrepiente de su creación?". (Filosofía en el
Tocador, 1791), aunque la más detallada
crítica religiosa fue redactada en una de sus permanencias en la Bastilla,
donde escribe Diálogos entre un Sacerdote y un Moribundo en 1782. Pese a los
extensos períodos en que estuvo encarcelado, su prosa no tiene límites, ni
morales, ni religiosos, ni políticos. Fue un hombre libre, de toda atadura, de
todo prejuicio, libertino y libre. Dejo estos fragmentos sabrosos, descarados e
irreverentes para ser degustados con la mente y las sutilezas de la geografía
de nuestros cuerpos. "Mi manera de pensar es el fruto de mis reflexiones;
está en relación con mi existencia, con mi organización. No tengo el poder de
cambiarla; y aunque lo tuviera no lo haría. Esta manera de pensar que censuráis
es el único consuelo de mi vida; me alivia de todas las penas en la cárcel,
constituye todos mis placeres en el mundo, y me importa más que la vida. La
causa de mi desgracia no es mi manera de pensar sino la manera de pensar de los
otros"
Su
razonamiento limpio, prolijo, sin adornos retóricos ni poesía sobreadornada.
Utiliza una semántica racional, desprovista de accesorios metafóricos, se
refiere a las cosas con un afán de volverlas
a lo terrenal, quitarles esa connotación mística o espiritual que para
él carecían no sólo de valor, sino además de lógica. "No sé qué es el
corazón... Yo sólo llamo así a las debilidades del espíritu". Ya nos advertía
acerca del sesgo en el estudio de la conducta humana y su contexto social,
augurando la influencia del positivismo epistemológico "Las sensaciones morales
son engañosas mientras que la verdad solo está en las sensaciones
físicas". A
fines del siglo XVIII se anticipaba a Freud y Klein sentenciando: "El erotismo es un
poder sexual, sin final, ilimitado y desmedido. Es necesario temerle..."
Quisiera
finalizar esta apología, no con mis palabras, quiero que sea él quien con las
suyas termine este artículo: Imperioso, colérico, irascible, extremo en todo, con una imaginación
disoluta como nunca se ha visto, ateo al punto del fanatismo, ahí me tenéis en
una cáscara de nuez... Mátenme de nuevo o tómenme como soy, porque no
cambiaré."