lunes, 8 de noviembre de 2010

Frases Escogidas del Marqués de Sadé: Libertino Jamás Criminal


 


El Marqués de Sadé. Su sólo nombre hace temblar a los mojigatos y puritanos, pero lamentablemente, sus reflexiones filosóficas y crítica social es desconocida por muchos. Su trabajo literario (tanto la prosa como el intercambio epistolar) refleja una reflexión singular para una época atiborrada de desilusiones y promesas rotas; una Revolución Francesa que reemplazó un sistema cruel e indiferente, por otro doblemente cruel, y además caracterizado por la paranoia. Fueron sus escritos los que ya auguraban la ineficacia de una Revolución Social que no fuese acompañada de una Revolución Moral.  Probablemente la oscuridad disfrazada de luces reflejaba un período histórico decadente, una nueva cacería de brujas, sólo que esta vez las brujas no eran quemadas en la hoguera para purificación de sus almas, sino decapitadas en nombre de la manoseada Libertad. Una revolución que enarbolaba la bandera de la Igualdad y Fraternidad, pero que en la práctica no modificaría las desigualdades sociales, sólo cambiaría los rostros en la cúpula del poder, depondría a una monarquía decadente robusteciendo a una burguesía ambiciosa y moralista. Pareciera que no hablamos del s. XVIII sino de hoy.
 
Considerando que el Sr. de Sade que ha sido alojado en Charenten, está poseído por la más peligrosa de todas las locuras; que sus escritos no son menos insensatos que sus palabras y su conducta personal; que dichos peligros son sobre todo inminentes en medio de seres cuya imaginación ya es de por sí débil o extraviada (Sentencia del Ministerio del Interior Francés, Octubre de 1810)
 
Sadé ha sido víctima del descrédito, y me he propuesto la cruzada de reivindicarlo. Pretendo realizar una breve recopilación de sus ideas en frases escogidas que describen con humildad su vasto trabajo. Debemos recordar que gran parte de su obra inédita fue quemada por sus familiares avergonzados del vínculo consanguíneo. Lo primero que quiero hacer es llamarlo por su nombre: Donatien Alphonse François, nacido con título nobiliario y luego con el estigma social que odiosamente ha permanecido hasta nuestros días. Propongo a los lectores que arrojemos las caricaturas que se le han impuesto, los comentarios maliciosos de beatas con los pechos endurecidos provocados por la repetición compulsiva de sus letanías mea culpa, mea culpa. Sadé fue reducido a la figura de un sádico sexual y los rumores de sus conductas aberrantes fueron más tomados en cuenta -por el morbo de la sociedad- que sus aportes teóricos. Fue un impecable intelectual, de una mente racional, perspicaz y suspicaz, "Uno de vuestros filósofos modernos se decía el amante de la naturaleza: y bien, yo, amigo mío, yo me declaro verdugo". El descaro de sus pensamientos, la empatía con los sometidos, los invisibles, los marginados, provee de una perspectiva novedosa acerca del movimiento del cuerpo, de la sacralización de todo aquello que fue aborrecido por una estética del buen gusto aristocrática y pedante. “Sólo me dirijo a aquellos capaces de entenderme, ellos me leerán sin peligro”. Su voz surge como una alternativa, una postura disidente que invita a una lectura donde el prejuicio y la moralidad mojigata actuarían como una barrera para acceder a la belleza de una prosa honesta, acelerada, con matices claroscuros y una arrogancia propia de los genios. El reposicionamiento que hace de los marginales en el sentido moral probablemente sólo lo volvemos a ver con los trabajos de otro francés, pero con dos siglos de diferencia, en los trabajos de Michel de Foucault; sólo entonces tendremos la oportunidad de volver a mirar la locura desde otro ángulo visual, quién rescata el discurso de los marginados, de diversos marginados, relacionándolo con el poder. "La dureza de los ricos legitima el mal comportamiento de los pobres".
 
La Obra de este inquieto descarado podemos dividirla en dos grupos o momentos creativos, el primero de éstos considera las historias de Julieta y Justine, la Filosofía del Tocador y una serie de cuentos breves; estas obras dan cuenta de lo que se ha llamado Sadismo Puro, donde los personajes son caracterizados como seres depravados, poseedores de una conducta sórdida y desfachatada y al mismo tiempo una anomia evidente; el placer se obtiene a partir del goce de los sentidos -de todos ellos- a través de experiencias de martirio voluntario y tortura, se establece una relación consensuada de víctima-victimario y es por medio de estas experiencias donde surgen digresiones filosóficas y existenciales que dan cuenta del propio conocimiento autoobservado y de las connotaciones de éste. Queda declarada nula la observación de la Iglesia y desde esta posición de observación, es el libertinaje lo que permite acceder al conocimiento a través de los sentidos. Una vez trazado tu esquema, trabaja ardientemente por ampliarlo, pero sin encerrarte en los límites que al principio parecía imponerte: te volverías enteco y frío con ese método; son impulsos lo que de ti queremos, no reglas; ve más allá de tus planes, varíalos, auméntalos: sólo trabajando vienen las ideas. (Los Crímenes del Amor, pág 15)

 
La segunda compilación de obras de Sadé (obras como Oxitern o las desdichas del libertinaje; La Marquesa de Gange; La Historia Secreta de Isabel de Baviera; entre otras) aquí dejamos de apreciar el otrora singular sadismo, para dar paso a la emergencia de arrebatos coléricos, un ataque a las conciencias puritanas e hipócritas. Tal vez esta etapa coincida con su biografía, en su juventud se caracterizó por un carácter afable, de hermosa estampa y con amplios triunfos amorosos con  mujeres hermosas de la alta sociedad y amoríos no tan conocidos que daban cuenta de sus inclinaciones bisexuales. Posteriormente, y después de varios años en prisión, su apariencia física fue deformada por una obesidad que cambió su estado de ánimo, condenándolo no sólo a la cárcel del cuerpo, sino a delirios de superioridad y temperamento taciturno. "Las leyes, que son buenas para la sociedad, son muy nocivas para el individuo que forma parte de ella; puesto que, para una vez que lo protegen o lo salvaguardan, le molestan y encadenan durante tres cuartas partes de su vida". No se debe olvidar que Sadé tuvo una historia de vida caracterizada por un constante desacato, vivió las censuras de una familia castigadora y luego un matrimonio cuya familia política se encargó de minimizar su figuración pública enclaustrándolo en manicomios y cárceles. Los registros biográficos probablemente den cuenta de desajustes conductuales desde la primera infancia que los perfilaban como candidato a un trastorno antisocial y rasgos psicopáticos infantojuveniles. "Si, reconozco que soy libertino: he concebido todo lo concebible en ese género, pero qué duda cabe de que no he hecho todo cuanto he imaginado ni nunca lo haré. Soy un libertino, pero no un criminal o un asesino". (Cartas a Madame de Sadé, 1781)

 
Descubrir su trabajo me arrojó al borde de los acantilados teóricos, la seducción de pensar acerca de mis propias limitaciones, aquellas viejas máscaras y controles mentales heredados de una tradición judiocristiana castradora y disfuncional. Los invito a dar una relectura a un filósofo encantador y persuasivo, promiscuo y fascinante, a un irreverente del placer poseedor de descaro sarcástico y provocador. Un vividor que usó la sensitividad para conocer el mundo y describirlo. Esta travesía sin duda nos hará remecer nuestros apolillados conocimientos del mundo y de la sensualidad. "Vamos a darnos indiscriminadamente a todo lo que sugieren nuestras pasiones, y siempre seremos felices...La conciencia no es la voz de la naturaleza, sino sólo la voz de los prejuicios".

 
Uno de mis fragmentos favoritos, que incluso puedo imaginar a un hermoso hombre de largo cabellos dorados musitando en mi oído: ‎"Las pinturas más audaces, las descripciones más osadas, las situaciones más extraordinarias, las máximas más espantosas, las pinceladas más enérgicas tienen el sólo objeto de obtener una de las más sublimes lecciones de moral que el hombre haya recibido nunca."  Su postura anticlerical y atea le valió miles de enemigos, su valentía y racionalidad le hizo proclamar que el único pecado que no le perdonaba a la humanidad era haber inventado a Dios, en correspondencia con un coterráneo Voltaire. "¿Qué otra cosa veré en el dios de ese culto infame si no es a un ser inconsecuente y bárbaro, que hoy crea el mundo y mañana se arrepiente de su creación?". (Filosofía en el Tocador,  1791), aunque la más detallada crítica religiosa fue redactada en una de sus permanencias en la Bastilla, donde escribe Diálogos entre un Sacerdote y un Moribundo en 1782. Pese a los extensos períodos en que estuvo encarcelado, su prosa no tiene límites, ni morales, ni religiosos, ni políticos. Fue un hombre libre, de toda atadura, de todo prejuicio, libertino y libre. Dejo estos fragmentos sabrosos, descarados e irreverentes para ser degustados con la mente y las sutilezas de la geografía de nuestros cuerpos. "Mi manera de pensar es el fruto de mis reflexiones; está en relación con mi existencia, con mi organización. No tengo el poder de cambiarla; y aunque lo tuviera no lo haría. Esta manera de pensar que censuráis es el único consuelo de mi vida; me alivia de todas las penas en la cárcel, constituye todos mis placeres en el mundo, y me importa más que la vida. La causa de mi desgracia no es mi manera de pensar sino la manera de pensar de los otros"

 
Su razonamiento limpio, prolijo, sin adornos retóricos ni poesía sobreadornada. Utiliza una semántica racional, desprovista de accesorios metafóricos, se refiere a las cosas con un afán de volverlas  a lo terrenal, quitarles esa connotación mística o espiritual que para él carecían no sólo de valor, sino además de lógica. "No sé qué es el corazón... Yo sólo llamo así a las debilidades del espíritu". Ya nos advertía acerca del sesgo en el estudio de la conducta humana y su contexto social, augurando la influencia del positivismo epistemológico "Las sensaciones morales son engañosas mientras que la verdad solo está en las sensaciones físicas". A fines del siglo XVIII se anticipaba a Freud y Klein sentenciando: "El erotismo es un poder sexual, sin final, ilimitado y desmedido. Es necesario temerle..."
 

Quisiera finalizar esta apología, no con mis palabras, quiero que sea él quien con las suyas termine este artículo: Imperioso, colérico, irascible, extremo en todo, con una imaginación disoluta como nunca se ha visto, ateo al punto del fanatismo, ahí me tenéis en una cáscara de nuez... Mátenme de nuevo o tómenme como soy, porque no cambiaré."

3 comentarios:

  1. Todos llevamos un Marques en nuestros cuerpos...

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  2. Tus relatos me recuerdan todo aquello que no nos animamos ni siquiera susurrar, pero sí sentir. Letras cómplices.

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  3. he encontrado de casualidad este blog y me alegro, bastante interesante el relato

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