domingo, 7 de noviembre de 2010

Stand by me



La noche comenzó a deslizarse por mis cabellos, fumaba el primer cigarrillo con culpa, y miraba la luna casi con una fijación hipnótica. Una melodía invadía mis oídos, tenía unas tremendas ganas de reunir la fuerza necesaria para terminar con este estado de imbecilidad. Necesito con suma urgencia reaccionar, gritar, llorar, dramatizar. ¿Hasta cuándo puedo contener sin reventar en mil pedazos de mi? ¿hasta cuándo puedo fingir que no me importa, que te olvido, que soy fuerte, que soy gigante? si la horrorosa verdad es que soy un fraude, una pequeña existencia, frágil e ingenua, un espectro sumiso y tímido, que se disfraza cada día con atuendos de indiferencia e incredulidad, con tacones de superficialidad y empoderamiento, para que cada paso retumbe sobre la calzada, pero lo cierto es que son sólo ecos de alguna vez. Todo un escenario, acotaciones y movimientos ensayados. Me observo desde el palco de honor, una mala actuación novata, un triste monólogo acompañado de una famélica interpretación de Mi Misma, de la que alguna vez Yo fuera.
La máscara comienza a fragmentarse. Esa tarde - en el café de siempre-  apareció una mirada que me hipnotizó, destruyó todas mis inservibles defensas, quedé expuesta, rendida, no hubo nada que me hiciera huir, me inmovilicé frente a su dominio, una palabra de sus labios y yo caería rendida, sin oponer resistencia. Cada palabra, cada movimiento, cada sonrisa me hacían olvidar que una vez más estaba corriendo el riesgo de despertar sintiéndome vacía, con un malestar que me empujaba a anestesiar mi alma con dosis mayores y mortales de miseria.

Esa noche lo olvidé todo, todo, sólo estaba él. No habían recuerdos de nadie más, no habían cicatrices, no había dilemas, las culpas se hacían agua y sal, los remordimientos caían desintegrados por ráfagas furiosas, ni geografía, ni señales de advertencia, ni duelos, ni fantasmas, ni trozos de alma, ni culpas expiadas, ni deudas pendientes, ni temores ansiosos. Sólo estaba él, frente a mí, en mí, alrededor de mí.

No lo notó pero estaba desnuda ante él, sincera, vulnerable, expuesta. Sentirle tan cerca, fusionado. Esa noche no podría dormir, con él a mi lado no podía, al intentarlo caía en un precipicio que ya se anunciaba amenazante, una premonición de las horas venideras. Al vislumbrarse los primeros rayos del sol, una vez más - la profecía autocumplida - amanecería sola, con vestigios de él en mi cuerpo, conteniendo los recuerdos, las falsas expectativas. ¿Y él?. Lo mismo de siempre, la regla universal causal, él se iría por el mismo camino que en la noche recorrimos juntos, besándonos descaradamente ante el mundo, bajo la noche. Recuerdo una banda de blues que musicalizó por unos minutos un beso invasivo. Él se llevó lo poco que me quedaba de mí misma, quedaba tan poco que tal vez no ha sido un robo. Probablemente se lo dí sin darme cuenta, o quizás, en un intento desesperado  e inconscientemente, intenté terminar con todo de una buena vez, acortartando esta  agonía con la última estocada.

Esperé, no lo niego, esperé por él. En el fondo, confieso que corrí el riesgo una vez más, tal vez porque me resisto a que este sea el último capítulo, buscaba un giro en la obra, un desenlace distinto.

Esta noche, el cigarrillo ya se ha consumido casi sin bocanadas, sólo aspiré recuerdos e intenté exhalar tristezas.

5 comentarios:

  1. Su ausencia repentina no me dejó indiferente, durante días y noches esperé sabiendo que no había nada que esperar. Estas horas han sido caóticas, siento que se abalanzan en mi contra, me agreden, vituperios de fantasías colapsadas con la realidad incólume. Un cigarrillo...sin pronunciar tu nombre, sin invocarle...

    ResponderEliminar
  2. Deja de aferrarte a él, a ellos, a quienes sean. Ten el valor de dejar ir, de no guardar esperanzas...

    ResponderEliminar
  3. no guardar esperanzas?....còmo es posible no abrigarla? no cuidarlas? no esconderlas ? como logramos que el dolor deje de doler? como hacemos para que no importe? para no recordar? ...Tal vez solo finjimos que olvidamos y cada vez que podemos a hurtadillas entramos en aquellos recuerdos atesorados, pronunciamos esos nombres vetados, con la misma pasiòn, con las mismas làgrimas, con la misma esperanza...la misma esperanza.

    ResponderEliminar
  4. pues es tan facil como que la pena dura tanto como quieras tu seguir llorando, todos hemos pasado malos momentos, han sido injustos con nosotros o hemos tenido perdidas y cada uno decide como llevarlo;ya eres tu quien decide si andar llorando por las esquinas o afrontarlo y pasar pagina.

    ResponderEliminar
  5. pues es tan facil como que la pena dura tanto como quieras tu seguir llorando, todos hemos pasado malos momentos, han sido injustos con nosotros o hemos tenido perdidas y cada uno decide como llevarlo;ya eres tu quien decide si andar llorando por las esquinas o afrontarlo y pasar pagina.

    ResponderEliminar