domingo, 20 de diciembre de 2009

Presunta Desgracia


La Verdad se ha perdido. Se ha transformado tanto y tantas veces que no sé cuál es su definición, identidad ni paradero actual.

La última vez que la vi se mostraba lozana, juvenil, ataviada de vaporosas y traslúcidas enaguas. Se veía radiante y feliz. Sus poros emanaban sinceridad; su perfume era la coherencia interna. Su sonrisa destilaba honestidad. Se veía lozana, saludable y sonrojada por la luz del sol. Se veía feliz.

La Verdad otrora cariñosa, dispuesta, cordial, servicial y de buen ánimo. La Verdad amiga, compañera, cómplice, hermana y amante. Hoy le perdí el rastro. Sucumbió a la porfía; a los asesinos y aduladores; a los celadores, a la venganza. Se corrompió de estafas y sobornos con guiños de ojos malévolos. Se embriagó de amores mentirosos, lascivos y superficiales; de amores de una noche y con amnesia matutina.

La Verdad camina errática, adúltera, miedosa. Ya no ríe, su carcajada suena hueca, escandalosa y asusta a cualquiera. Su mirada está vacía, extraviada y vacilante. La Verdad yace desnuda, acurrucada en sábanas sucias de motel barato y maloliente.

La Verdad no me reconoce, me observa con las pupilas dilatadas y el rostro desencajado, parece haber olvidado mi nombre, parece haberme olvidado.

La Verdad bebe de la misma copa con la Venganza, se emborracha y baila un compás alocado con la Maldad, juntas visitaron la Locura y a la Lujuria, y se olvidaron de todos en el carnaval de miserias. La Verdad llora, pero escondida, en cuclillas, sin ser oída, para no ser menospreciada ni compadecida.

La Verdad está perdida; extraviada; tal vez, secuestrada; amordazada para silenciarla; mutiladas sus extremidades; torturada de espantos e Inquisición; vejada en su castidad.

La Verdad se ha marchado, exiliada, desterrada. La Verdad enfrenta la desgracia, la presunta desgracia.

La Verdad está enferma, alcoholizada, drogada, timada, hurtada.

La Verdad se encuentra recluida, esposada, encadenada, privada de libertad, enjuiciada, enfrentado el vituperio, el escarnio. Es apedreada, sus ropas rasgadas y escupidas. La Verdad burlada, la Verdad alicaída, pusilánime, silenciosa.

Tal vez, no es cierto. Tal vez todo es una farsa. Otra de sus caras, otra de sus estrategias de sobrevivencia. Tal vez goza de buena vida, tal vez se exilió por conveniencia, fue un trato acordado y con suculenta paga. Tal vez se encuentra ataviada de joyas, engordada de festines, manoseada de orgías. Tal vez maquilla su rostro para no demostrar sus grietas, sus secuelas notorias de trasnoches y juergas. Pinta sus labios de carmín y besa con descaro a sus amantes.

Tal vez se encuentra escondida y asustada. No sé dónde se oculta. Sus pistas son extrañas y confusas.

La Verdad manoseada, violada; la Verdad abusada y prostituida.

La Verdad, aquella que fuera inocente, la que fue frágil y vulnerable. Aquella que odian, de la que siempre murmuran, la que nunca aceptan, la que siempre modifican, cercenan, guillotinan, alteran. La que nunca emerge, la que siempre está escondida, clandestina, anónima, bastarda.

La verdad ha muerto, yace su cuerpo junto al mío.

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