miércoles, 22 de febrero de 2012

Acto X: Fragmentos de Memoria

Intentando dar con el tiempo perdido, en algún lado debe estar, junto con todas las cosas extraviadas, un anillo de plata en la arena del desierto camino a cualquier parte, un cuaderno atiborrado de canciones clandestinas, un diario de vida con tapas azules, un manojo de cartas sin remitente, un peluche con ojos negros plásticos que me seguían...un acerbo de palabras atragantadas, de ideas que no prosperaron, de sueños que se hicieron pesadillas...

Dónde quedó ese tiempo? ese tiempo con sol de verano, cuando los relojes los desarmaba para descubrir el enigmático sonido interminable de sus secretos y no eran una amenaza para llegar a ningún sitio puntualmente... Los hibiscos rojos convertidos en damas en un salón de baile sobre la mesa del comedor añoso y oscuro...

Recuerdo las ollas, el hollín de la cocina, el olor a madera, las ígneas brasas transformando olores y sabores...

Recuerdo a Marcelo y a Gabriel, mis primeros amigos, cómplices de travesuras con sudor a inocencia e ingenio curioso, a juegos con camiones de madera y montañas creadas por el movimiento geológico de sacos de semillas... revoloteando y persiguiendo histéricas gallinas....caída la noche, la inflexible reprimenda que no se hacía esperar, la abuela seria y parsimoniosa preparaba el ritual del baño, en una palangana enlozada con golpe que había dejado una negra cicatriz.... restregaba mis rodillas y sus hilos grisáceos prematuros se balanceaban hacia mis ojos inquietos....todo era tan grande e inalcanzable....

Recuerdo una noche...estrellada y hermosa, mientras la vieja ante una artesa de madera tarareaba melodías espirituales, mientras enjuagaba la miseria cotidiana de los días sobre las ropas vetustas... Yo observaba sus manos arrugadas y brillantes, que agitaban el detergente convertido en burbujas celestes tornasolados...Mientras el cielo con lucero y estrellas se pigmentaba de negro y los pinos alrededor nuestro entre sus flecos se entonaba la música del silencio.... y yo la escuchaba absorta, anonadada frente a la hermosura de la noche...

Cuando vine a despertar, no me di cuenta del tiempo de sueño... Recuerdo la casa aquella, una cobija con ositos Teddy y soldados de madera, tal vez detalle delator del secreto e inconfeso deseo de un varón como primogénito. Piso de madera y cortinas blancas, murallas verdes y celestes en una estructura de madera abandonada por la voluntad y la juventud.

En un intento desesperado por no olvidar, para evitar que los recuerdos me abandonen y sentirme una vez más, del mismo modo aquel... Un desesperado intento de sobrevivencia...

Recuerdo una mañana, parecía invierno, una despedida en una céntrica calle, un abrigo rojo y unas pequeñas manitos intentando llegar a la ventanilla, él de pie, se veía tan triste, evitaba mirarme, siguió así muchos años después. Creo que nunca más fue feliz. La amó tanto, que su partida definió el destino de sus días. Creo que sobrevivió a un accidente que dudo de su casualidad, a veces creo que fue un desesperado intento de olvidarle.

Recuerdo la casa de los Abuelos, los aromas, las rosas amarillas, las cortinas, la madera brillante del suelo.  Recuerdo los aromos, el viento colándose por entremedio de los pinos, provocando un silbido que me hacía  fantasear con el viento jugando a ser niño.

Recuerdo, recuerdo tantas cosas!
Tantos días sin prisa!
Lentos días y sosegadas noches amparada y protegida.

Cierro los ojos.
Respiro.
Regreso a Casa.
Regreso a Casa.

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