lunes, 28 de mayo de 2012

Boleto de Ida y Regreso, Sólo de Ida...

Los días! Oh los días! tan inclementes ellos, tan soberbios, tan monstruosamente altivos e indolentes; transcurren sin piedad alguna, me torturan, me mancillan, se burlan de mi paciencia, menosprecian mis esperas con burlas y lisonjas. No me esperan, transcurren rápido y sin misericordia me abandonan a mi suerte; sólo en las noches alcanzo algo de paz y resignación, el silencio y la oscuridad ayudan a que mis heridas se conviertan por unas horas en cicatrices, y recuerdo, y recuerdo. Recuerdo aquellos días en que despertar era una bendición, abrir los ojos y brillar con la luz solar, cuando todo estaba dispuesto, cuando todo era una probabilidad, cuando estábamos tan lejos, que aún éramos libres porque el universo aún podía bendecirnos con la posibilidad de no encontrarnos, de nunca coincidir.
Dónde estabas? qué hacías? quién te amaba? quién te acompañaba? Estábamos lejos, desconocidos, así debimos haber permanecido, en un estado anónimo, sin encontrarnos jamás. Haber transitado por calles vacías, habernos sumergido con lágrimas y saciado en risas sin habernos rozado jamás, sin habernos perdido en nuestras pupilas, sin habernos sonreído jamás.

He aquí, mis penosos recuerdos, mis cicatrices y mis errores, todos amontonados, todos sin sentido, todos esparcidos en este caos que me rodea, que me ahoga, que me desconcierta. Algún día, seré valiente. Una de estas noches haré una hoguera alimentada con el combustible de estas melancolías corrosivas y tóxicas, con todos estos fragmentos oníricos, con promesas roídas, con mis ansias de besarte, con mis recuerdos húmedos, con todo aquello que alguna vez nos retorció el alma con suspiros, con deseos, con murmullos, con nuestros nombres, con nuestras pasiones alguna vez encendidas, y hoy tan apagadas.

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