domingo, 29 de marzo de 2015

Otoño Redentor

Andando por aquellas calles, inevitablemente uno tropieza con todos los recuerdos extraviados. Pareciera ser que hay momentos en los que todo confabula en nuestra contra. A este paso, sólo me puedo enamorar cuando me encuentre desprevenida, cuando vulnerable acepte que la Vida se hizo burla y cada intento terminó siendo una figura retórica, un pleonasmo, una ironía sin risas, sin comparsa.
Se me hizo tarde para demasiadas cosas. Me dí por vencida. Tuve que obligarme a partir. Tuve que secuestrarme a mí misma para dejarme ir. El tiempo me demostrará que fue un acierto, uno de los pocos. Tal vez mi memoria siempre se empeñe en traerme un recuerdo que será como volver un segundo, un instante a sus brazos.
Hice todo lo posible, incluso me aferré a los imposibles.
Intenté conservar algo de aquella porfía guardada en una memoria a prueba de razón.
Me di por vencida.

Siempre estuve.
Me obligué a quedarme en la mazmorra de mi condena.
Estaba tan cansada de buscar imposibles que me inventé algo que no era verdad

Y tal vez, alguna vez me recuerde. Tal vez alguna vez sonría por algo, tal vez algún susurro suyo llegue en forma de brisa y acaricie mis mejillas.


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