jueves, 7 de junio de 2012

Los navíos en el Muelle

Desde lejos los navíos extienden sus arados con los que lastiman las grietas en el mar, los veo desde lejos imaginando que van y vienen, que contienen historias, personas, olvidos y ausencias repartidos en los muelles en los que atracan y desembarcan. Confieso que tengo un temor irracional al mar y sus misterios, a la profundidad de su inmensidad, a los secretos sumergidos que nunca respirarán. No sé por qué esa angustia inexplicable a la profundidad del mar, no lo sé. Me aferro a la tierra, soy un habitante de mesetas, de acantilados y planicies, pero alejada de la costa, de los arrecifes y de altamar.  El vaivén de un navío me recuerda aquellas veces que naufragué sobre su pecho. escribí "tu pecho" y tuve que hacer el esfuerzo de borrarlo y corregirlo primero en mi mente, "su pecho". A través del lenguaje comienzo a construir esta distancia que en mi mente era siempre proximidad.
Continúo desde mi ventana mirando los barcos alejarse, del mismo modo, que mis recuerdos se sumergen en la noche oscura del olvido. Las anclas de la fantasía, aquellas que te estancan y no te dejan ir. Se oye la voz del contramaestre, a levar anclas, dejaremos este puerto y sus amores, todos sus recuerdos contenidos en una postal sin destinatario.
Volver a sonreír. He ahí la obligación de este día.

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