martes, 26 de junio de 2012

Manos Frías

Nada de esto, tan atesorado tiene sentido. Los días continúan transcurriendo y no he podido mantenerlos hilados en el calendario. He perdido no sólo las ilusiones, los impétus que alguna vez vibraron dentro de mí, he perdido aquello que brillaba en mí, aquello que me definía, que me daba alguna claridad en medio de tanta muerte, de tantas mentiras.
Hoy cantaba y por un segundo recordé quién era, una canción que aprendí en mi adolescencia y que acariciaba mi garganta al ser entonada. Por un segundo la que Solía Ser brilló, por un segundo pude verla hermosa, empoderada, capurando el espacio con su voz potente, con versos hermosos.

No regreses, por favor no regreses.
Déjame con mi recuerdo tuyo acurrucada en mis oscuridades iluminadas por la fantasía de haberte encontrado, de haber disfrutado de saber que existías, de haber caminado a tu lado, de haber dormido entre tus sueños, de haberte abrazado. No tengo nada más que recordar, nada que exigir, nada que esperar.

Tengo tu recuerdo, Templario. No necesito nada más, sé que nada más podrías dar.

Cada noche espero su llegada, y cada noche es una derrota más. Mis manos frías, mis lágrimas otra vez, las lavandas perfumadas de ayer. Cada noche escribo estos renglones tristes, hasta que se acaben las noches, o se acaben los renglones...


2 comentarios:

  1. Regreso porque sin querer camino en círculos, tropesando con tú voz que súplica amor, amor escaso y manoseado, amor vendido a los placeres de la carne, amor arrepentido y sucio, putrefacto de odios y venganzas...

    ResponderEliminar