domingo, 9 de septiembre de 2012

La Resignación vestida de Luto

Como una sombra, agazapada, escondida, he dejado que tu recuerdo permanezca en esta vida. He ido amalgamando todos los trozos de recuerdo que he ido encontrando, a medida que deambulo entre el estar y el ir, entre el retroceder y el imaginar, completando los diálogos con monólogos, terminando los compases y las acciones, retocando los detalles de la obra inconclusa. He aquí tu sombra sigue brillando en mis oscuros pensamientos, en los subterráneos de mi mente cansada.

Con el paso de los días, con el peso de las noches, he terminado aceptando el sino que me condena a esta espera. Ya no te espero tras la ventana inmóvil, ya no te espero entre mis sábanas frías e insomnes. Sólo miro el calendario y espero los días viernes, tal vez vengas, tal vez vaya, tal vez Hoy, tal vez mañana. Esa ha sido la letanía musitada por mis labios. Ya no me afano, cuando la soledad lastima, cuando la melancolía corroe, cuando el cansancio amenaza, me deslizo entre los recovecos de tu recuerdo, me sumerjo en tu sombra, naufrago en tu fantasía. De este modo, en silencio y paciencia, me resigné. Comencé a morir. Sin afanes, sin agravios, sin reproches, sin excusas. 

Noche a noche, comenzó a morir lentamente, se apaga este fulgor de mi alma, se debilita aquella mirada. No te he dejado de esperar. La ventana sigue abierta de par en par, pero sólo me visita la noche, y de cuando en vez la Luna. Cuando llegan tus mensajes por un momento la mirada brilla otra vez, como aquellas noches cuando tus manos sostenían mi alma, cuando toda mi existencia se derretía sobre tu cuerpo. Cada palabra tuya, dosis de morfina que alivian el paso de los días. 

Tengo miedo.

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