lunes, 4 de abril de 2011

Espejismos

Hoy recorría la ciudad atestada de ruidos, aromas e imágenes. La verdad me dejaba arrastrar por una marea incontenible de rostros humanos y seudohumanos desfigurados por la monotonía y el calor sofocante. La gente siempre es la misma, extraña, transpirada, idiotizada. Ya casi no los veo, se han vuelto transparentes dejando visible la arquitectura vetusta de un pasado esplendoroso, un pasado similar al mío. En esa multitud, inmersa flotando a la deriva por el oleaje humano divisé por unos segundos una espalda amplia, un barba emergente y largos cabellos azabaches, se me paralizó el alma en un segundo, petrificada la respiración se hacía sofocante, el aire cambiaba a estado gel, mis pupilas dilatadas intentaban encontrar sus ojos esquivos...me pareció reconocerlo con su caminar de gigante silencioso, el sol acariciaba su piel y las gotas de sudor como polen eran liberadas para perfumar el aire viciado de la ciudad. Casi pude acariciar la sombra de sus pasos, todo lo que sentía reflotó en este naufragio, todo lo que había arrojado al mar, esperando que al decantar con ello mi memoria se vaciara de partículas en permanente suspensión. No era él, pero el simple acto de su presencia en forma de espejismo alteraba mi voluntad, mi aparente sosiego frágil y vulnerable.
No volverá, pero no sólo él se ha marchado, sino soy yo quién continúa aferrada a su recuerdo.

No puedo, simplemente no puedo continuar así,

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