viernes, 22 de julio de 2011

Tras mi Ventana...

Esta noche mi pecho arde. Siento la melancolía apoderarse de mis vísceras, que despedaza con sus garras afiladas desgarrando jirones de piel, amasijos de carne, y yo inmovilizada, observo impávida la escena desde la indefensión de mi tristeza. 
Hace tanto que he perdido el rumbo, que ya no me afano en buscar trayectos. Estos últimos meses me he conformado con reunir las fuerzas suficientes para respirar, para caminar por el Parque Forestal disfrutando del sendero pavimentado en hojas amarillentas húmedas de invierno. Acaricia mis mejillas la brisa fría susurrando entre mis cabellos lo evidente, eso que no quiero nombrar.
Supe su nombre, su verdadero nombre. Tantas noches lo había llamado de otra forma que fue un momento extraño. En mis sueños era EL, así simplemente. ¿Cuántas veces habríamos caminado por el mismo sendero?, ¿coincidido en el mismo lugar?, ¿cruzarnos sin vernos?. Pronuncio tu verdadero nombre y mi alma comienza a encontrar sosiego, ya lo sabía, no eres tú.
Comienzo a retroceder hacia la única salida, aquella que había rehuido en otras noches pasadas, en mi porfía de encontrar otras posibles. Perdí la esperanza, mi lámpara que iluminaba mi oscuridad. Extravié mi alforja y mendrugos endurecidos. Antes me acompañaba tu ausencia. Antes me acompañaba tu recuerdo, tu hermosa geografía. Antes me reconfortaba el sonido de tus palabras. Comienzo a enloquecer, duele tanto...

6 comentarios:

  1. tus letras calan hondo...

    ResponderEliminar
  2. gracias por leer...siento vuestra compañía en medio de tanta ausencia

    ResponderEliminar
  3. Momentos en los que tienes que huir lo màs lejos posible. Una vez te dije que cada mañana cuando hablàbamos no hacìamos otra cosa que recordarlos, a ellos, a esos dos causantes de tantas làgrimas, de tanta ausencia. Tuve que huir, tuve que desaparecer de todo...Cuando termine la novela la enviarè, fuiste parte de ese descubrimiento en mi. Lo mejor para ti, un beso.

    ResponderEliminar
  4. Amiga mia, tienes razón, aunque hubiese preferido una despedida, tu sabes que yo lo hubiese entendido. Si te quise tanto, y te sigo queriendo, es porque somos tan diferentemente iguales, o tan igualmente distintos.
    Espero poder reecontrarte un dia, cuando nuestras historias no sean más que tontas anécdotas que recordemos con una sonrisa burlona en torno a un café humeante. Te quise y te quiero mucho.

    Alejandro

    ResponderEliminar