miércoles, 14 de diciembre de 2011

Mi condena

Había comenzado ese largo camino del olvido, aquel que pavimentado de retrocesos te exije cada día un sacrificio, una ofrenda de fe para no perder la esperanza que es posible volver a sonreir, volver a arriesgarse, volver a intentarlo.
Había ordenado con precaución los fragmentos, los trozos de mi universo que habían quedando dispersos desde tu ausencia repentina. Nunca pensé en atarme a tu recuerdo, simplemente ya había ocurrido cuando me percaté. Noche tras noche esperaba el milagro que la ilusión me cegaba reconocer. Las advertencias estaban señaladas en gigantes letreros luminosos. Avanzar era un peligro, y sin embargo, corrí todos los riesgos pensando que al final cada sacrificio, cada penitencia, tendría una gratificación, un galardón con tu nombre fraguado.
Fue dificil aceptar que todo fue en vano. Fue dificil reconocer que me había encarcelado voluntariamente. Que todo había sido un desperdicio de esfuerzo, de ilusiones y esperas. Que nunca nunca lo que esperaba ocurriría.
Y cuando ya casi lo lograba, tu maldad infinita colpasó mi resignación. Volviste con ese afán miserable y autocomplaciente. Me buscaste sólo para sentir que tu tiranía aún era poderosa para someterme, y yo frente a ti temblando, pero con la mirada cubierta por el manto de las lágrimas premonitorias, es un espejismo, como aparece se irá, llevándose mi sosiego, la escasa paz que he logrado. "Si nada de mi quereís, por qué os acercais a mi?"...Lo miraba con mis ojos pletóricos de ayer, para él sólo había presente, pulsión, necesidad y sabía que yo podía contener, recibir, acoger su existencia.
Ese desolado paraje devastado por un huracán, mi piel desnuda destrozada por el cataclismo de tu aparición. Me fui conformando con tan poco de él, que no era capaz de reconocer la pobreza y soledad en las que me había recluído. Fuiste egoísta y cruel, la vanagloria de tu masculinidad abyecta,  y yo? yo sigo siendo siendo tonta e ilusa, una combinación tan ventajosa para ti y nefasta para mi. Mi maldita memoria que funciona con criterios injustos, me hace recordarte pero olvidar tus desaires, tus cobardías.Mi maldita porfía, esa que se empeña en alegrarse cada vez que te ve regresar. Cada palabra tuya una mentira alevosa, disfrutas con macabra pasión el proceso de destruir mis defensas, sitiar mi ciudad con sus murallas desvanecidas. Esperanzas para un moribundo? Sal para un sediento? sólo vienes para no llegar, provocando ese roce indiscreto sin tomarme pero sin dejarme ir. Maldita cobardía sumada en combinación letal con mi espera absurda.
¿Sabes lo que provocas? lo sabes, por eso lo haces. Necesitas confirmar tu tiranía. Tener la certeza que cuando quieras, estoy.
A veces la tristeza no podemos contenerla en el breve espacio interior.
A veces la tristeza termina siendo más grande que el amor.

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